Investigadores de la NUP/UPNA-Universidad Pública de Navarra y del IdAB-Instituto de Agrobiotecnología han realizado un estudio sobre plantas de tabaco modificadas genéticamente a partir de las cuales es posible producir entre un 20 y un 40 por ciento más de etanol; esto aumentaría su viabilidad como materia prima para producir biocombustibles.
El tabaco, un cultivo de alta densidad que se siega varias veces a lo largo de su ciclo, puede producir hasta 160 toneladas métricas de materia fresca por hectárea y convertirse en una fuente de biomasa apta para la producción de bioetanol. Como explica Jon Veramendi, responsable del grupo de investigación en Agrobiotecnología vegetal, “las plantas de tabaco como fuente de biomasa para la producción de bioetanol podrían ser una alternativa al cultivo tradicional del tabaco, que está en declive en EE. UU. y en Europa porque no puede competir con los países emergentes. como China.
En el transcurso de la investigación, de la que se ha hecho eco la revista Molecular Breeding, se han cultivado plantas de tabaco de los cultivares comerciales Virginia Gold y Havana. Las plantas fueron modificadas genéticamente para aumentar su producción de almidón y azúcares, lo que contribuye al aumento de la producción de etanol. La base de este trabajo es la tesis doctoral de Ruth Sanz-Barrio, leída en la NUP/UPNA el año pasado. En este trabajo han participado los investigadores Imma Farrán, Jon Veramendi, Alicia Fernández-San Millán, María Ancín y Luis Larraya.
Como explicó Veramendi, “Lo que se ha hecho ahora es trabajo de campo con estos dos cultivos de tabaco y se ha encontrado que el almidón y los azúcares en la hoja de tabaco son, de hecho, más altos”. El cultivo tradicional del tabaco permite que la planta se desarrolle y las hojas crezcan y se hagan más grandes, ya que la nicotina se sintetiza cuando la planta está más madura. Sin embargo, si las plantas se utilizan para producir biocombustibles, los investigadores apuestan por un cultivo de mayor densidad similar al de los cultivos forrajeros: “Las plantas de tabaco se siembran muy cerca unas de otras y se realizan varias siegas a lo largo del ciclo. Cuando la planta ha crecido hasta una altura de unos 50 cm, se corta y la producción se lleva a la fábrica de procesamiento de biomasa. De esa forma, es posible obtener hasta 160 toneladas de materia por hectárea durante todo el ciclo”.
Además, cuando el tabaco se integra en una biorrefinería, es posible extraer subproductos interesantes como las proteínas (constituyen hasta el 30 por ciento del peso seco de la planta y son nutricionalmente más completos y tienen una mayor tasa de eficiencia proteica). que los de la leche de vaca o la soja, por lo que podrían usarse para alimentar a humanos o animales), solasenol (usado para producir vitaminas E y K) y xantofilas (un aditivo en los alimentos para pollos).
En los últimos diez años, la superficie dedicada al cultivo del tabaco se ha reducido en Europa en un 45 por ciento. En España, la principal zona de cultivo de tabaco es Extremadura, seguida de Andalucía. Los investigadores consideran que una de las alternativas al uso tradicional del tabaco podría ser producir biocombustible. A partir de ahora habrá que hacer pruebas de cultivo a alta densidad para ver si se confirman los resultados obtenidos en el trabajo de campo, donde las superficies cultivadas son muy pequeñas.